28 may 2010


Siempre he pensado que la intensidad de una vida puede medirse por los recuerdos ya vividos, porque de eso vivimos, de recuerdos. Nuestras vivencias, por un motivo u otro, acaban añadidas u omitidas en nuestra biografía (recordando palabras de Ismael Serrano) y al final del camino, creamos un bonito tapiz de cosas reales, cosas ficticias, cosas soñadas, qué sé yo.

Así describiría yo esta recta final, en la que estoy tejiendo, poco a poco, ese tapiz. Es posible que a más de uno le resulte doloroso (y aburrido) leer un texto así de melancólico, pero creo que, después de haber probado lo que es, no me equivoco al decir que todos nos sentimos igual de perdidos llegados a este punto; que sintetizamos, una y otra vez en nuestra mente, las imágenes de nuestro año Erasmus. También se queda contigo esa sensación de vacío, la sensación de que podrías haber hecho más cosas que no has hecho, la sensación de que tienes que volver, tarde o temprano, al lugar en el que cambiaron tantas cosas en tí. Porque han cambiado, y muchas cosas.

Es posible que lo esencial siga ahí, que haya cosas de mí que no pueda cambiar, pero, yo vine con unos objetivos, y más o menos se han cumplido. Desde el día en el que me dijeron que iba a tener problemas con las convalidaciones, tuve que dejar de lado los objetivos académicos (lo que no quiere decir que no haya trabajado y estudiado lo mio) para centrarme en otros niveles, como el personal y el cultural. Falta me hacía un empujón en estos dos últimos, porque muchas veces me he flagelado a mi misma tachándome de pasiva, falta de inquietudes. Éste año se me han despertado muchas, y tengo que dar gracias por ello a las personas que me han dado un empujón, y a las experiencias que he vivido, tanto sola como acompañada. Londres me ha despertado de un profundo letargo, y me ha hecho disfrutar de una forma que no esperaba cuando puse por primera vez mis pies en Heathrow, aunque expectativas, claro que había.

Ahora que ya tengo un billete de vuelta a casa, cuesta no hacer película de esta pequeña gran historia. Es dificil no pensar en las cosas que vas a echar de menos, en la gente que te ha ayudado a lo largo del camino, también en quienes te han decepcionado; los eventos a los que has tenido el privilegio de asistir; la de sitios que has visto y las cosas que has aprendido, en las que te faltan por ver por aprender...

Aún queda una recta final tras los exámenes. Una recta final suculenta, en la que no van a faltar experiencias. Muchos planes en la lista, y poco tiempo. AHORA sí que se nota lo rápido que pasa todo. No pienso marcharme sin haber exprimido al máximo lo que me queda de esta etapa.

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