Poco a poco se va desarrollando un proceso de adaptación, en el que cuando abres los ojos por las mañanas ya dejan de hacersete extrañas las paredes entre las que amaneces. Te levantas, sales de tu habitación hacia la cocina con la botella de leche, y huyes en lo que la taza se calienta en el microondas (¿manías mías? Tal vez no), tras recoger el vaso, vuelves a tu habitación, arrasas con todo lo que encuentras entre tus provisiones, y te dedicas... A mirar The Birth of the Codex de reojo, a sabiendas de que el libro también realiza el mismo proceso contigo. Creo que hoy ya no me libro... En vez de dormir tanto debería ponerme las pilas, que en esta universidad parecen ir en serio. Pero antes, seria recomendable una ducha fria para que las frustraciones se vayan por el desagüe.
Estoy bien aquí; al menos hasta el momento, siempre hay alguien con quien charlar o dar un paseo por Piccadilly o llegar hasta el Primark en Oxford Street. Me gusta esta ciudad, aunque soy consciente de que aún me queda mucho por ver, y descubrir. ¡Ni siquiera he terminado de ver los sitios turísticos en más de dos semanas que llevo aquí! Pero poco a poco ya irán saliendo los planes... Aún tengo que familiarizarme con la universidad, que es lo más urgente, ¡ y la biblioteca! La biblioteca Maughan del King's College es un auténtico laberinto, y espero acostumbrarme pronto a él, ya que lo voy a tener que ulitizar mucho.
Será mejor que me ponga a leer un poco estos libros que conseguí arrebatarle a la biblioteca, si no se me echará el tiempo encima...
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