11 abr 2010

Ya falta menos


Sí, estoy en casa de nuevo. Regresé el día de mi cumpleaños (2 de abril) tras una noche muy divertida por cortesía de dos soles que llamaron a mi puerta en cuanto el reloj marcó las 12. No dormí mucho y el día se hizo largo en Heathrow, pero al menos me llevé conmigo el recuerdo de un momento especial para celebrar que hacía 22 noches como ésta que había nacido (porque nací poco después de medianoche; nací fiestera, aunque ya no lo sea tanto). Ahora tengo un bonito póster en mi habitación de Londres para que no se olvide (¡con chinchilla incluida!). Ya falta menos para volver a Londres, y también para mi definitiva vuelta otra vez aquí. El tiempo pasa demasiado deprisa, y yo no lo asimilo. No asimilo tantas cosas...

Estos últimos dos días he vuelto a pisar Donosti. Casi se me olvida lo llena de vida que está (¡y más con el buen tiempo que me he encontrado!) y lo mucho que mi cuerpo me pedía escapar otra vez allí. Paseando por sus calles es como más serena me encuentro, aunque a mi alrededor escuche un gran alboroto y no deje de ver caras y caras de desconocidos que vienen como yo en busca de un rayo de sol y un poco de agua salada. Que Londres será una ciudad preciosa y llena de cosas que ver y hacer, pero "aquí no hay playa" y yo no la cambio, y eso que yo de pequeña odiaba irracionalmente ir allí.

En mis paseos a solas (porque a veces vienen bien) tan inmóvil que me quedé mirando las móviles aguas de la Concha (¿es ésto una antítesis? Tengo que repasar los recursos literarios...) el sol que se hacía ver en el mar a modo de mil luces me parecía un conjunto de neuronas en proceso de sinapsis, chocando unas con otras, creando distintas formas y debajo, los peces se agitaban de un lado para otro, como quien no sabe a dónde va, tal vez un poco como yo (aunque con menos capacidad para retener la memoria, espero).

He vuelto a ver caras conocidas que se han echado en falta durante estos últimos tres meses, y aún me queda gente por ver. Resulta molesto no disponer de más tiempo para compartir momentos, ya que estaré de vuelta en Londres el día 17 y las vacaciones de semana santa han llegado a su fin hoy a eso de las 12 de la noche para muchos. Pero más molesta resulta la impotencia de no ver a quien hace poco estaba aquí y ya no está, y no estará hasta quién sabe cuándo. Supongo que así es como uno ve las dos caras de la moneda: es quien se va y quien se queda al mismo tiempo.

Por el momento tengo muchas cosas con las que quedarme: me quedo como regalo de cumpleaños con el análisis de sangre que me obligaron a hacerme (y del que aún no sé los resultados), un foulard (me aparece esta palabra subrayada en rojo y cuando busco la corrección una de las palabras sugeridas es "follaré", a saber), unos bombones, una pulsera y una carta cuyo olor me gustaría conservar el mayor tiempo posible. Soy una ñoña, lo sé.

Me quedan muchas cosas por comentar, pero empiezo a tener sueño y mi cabeza me está dando guerra también. Mañana debería centrarme en... Por lo menos, tocar algún libro y hacer que estudio. Porque sí, en mi etapa Erasmus también hay exámenes.

Muxu ^.^


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