11 mar 2010

El blog del drama, tercera parte.


Necesito desahogarme. Supongo que si las cosas duelen, es porque son reales. Pero a veces dudo de que alguien así pueda ser real. Fue una agradable sorpresa la suya, desde luego, teniendo en cuenta que había tenido mi pequeño bajón anímico unas semanas antes. Ahora estoy muy triste por el vacío que desde ya he decidido ir asimilando, pero también muy agradecida por que me haya venido a visitar.

Estoy muy liada, tengo trabajos pendientes, y ésto ha ralentizado bastante mi actividad académica, sin tener en cuenta que pronto tengo otra visitilla. Pero no cambiaría por nada del mundo cada beso, cada malentendido, cada pique, cada mirada, cada sello que me han puesto en el nero caffé (que por cierto, ¡el próximo hot chocolate Milano será gratis!), cada paseo sin rumbo y en definitiva, cada instante pasado con él. Desde luego Londres ha sido el entorno ideal para encontrarnos a gusto el uno con el otro, ¡y eso que es dificil a veces compartir tanto tiempo seguido juntos! ¡Más teniendo en cuenta la clase de habitación en la que vivo aquí (que por si no lo había descrito antes, es un cuchitril con una cabinita a la que llaman "baño" y que tiene una moqueta que no me atrevo a pisar descalza - estos ingleses y sus moquetas...-, por lo demás, es aceptable)!

No ha sido una semana en la que haya visto mucho más de Londres, aunque he vuelto de compras a Oxford Street y a visitar Greenwich (en cuyo viaje de ida el conductor del 188 intentó matarnos estampándose contra una valla). También tuvimos un intento frustrado de asistir a una Silent Disco en el Barbican, aventura que, si bien fue un absoluto fiasco, sirvió para que nos juntáramos unos cuantos amigos.

Hoy, a la vuelta de la Coach Station tras dejar allí parte de mis alegrías, me negué a volver a tomar el metro. Tomé el 507 a Waterloo y aproveché para mirar algo del paisaje: calles en las que no me fijo tanto, colegios, la fachada de channel 4 con el cuatro hecho con paraguas; pasé a través de Lambeth Bridge y pude observar desde allí unos jardincillos, el big ben y el parlamento, con su banderita del UK hondeando a lo alto (parece mentira que a veces se me olvide dónde estoy y que cosas como esa me lo recuerden). En el último tramo, ya perdida entre las calles cercanas a mi destino, se encuentra el Lambert Palace y el St Thomas' Hospital (qué bonitos recuerdos, ¿eh?), y finalmente se llega a Waterloo Station, desde una perspectiva a la que no estoy acostumbrada y me da muestra de su gran tamaño.

Ahora debería de tocar un poco de aislamiento del mundo durante los próximos días, cosa que no contribuye positivamente a mi estado de ánimo, pero es lo que hay. De todas formas me acabo de dar cuenta de que aún me queda un poco de Häagen Dazs en el congelador, así que en caso de emergecia podré hincarle el diente (¡gracias pequeño por no haber acabado con él!). También es posible que acabe saliendo de éste agujero en algún momento, ¡ya que por mucho que quiera no puedo vivir encerrada!

No querría ponerme sentimentaloide (aunque oops, creo que ya lo he hecho), pero la verdad es que no me hace ninguna gracia que ya falte poco para que empiece a oscurecer. Una habitación oscura, en silencio y medio vacía (nunca mejor dicho) no es buena acompañante de alguien como yo. No después de unos días así.

Te echaré de menos.


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